MAPEANDO ELECCIONES 2022

POR: Luis Guillermo Velásquez López
MPEP. Pensamiento Estratégico y Prospectiva Empresarial

Desde la disciplina de la prospectiva y el pensamiento estratégico, resulta del mayor interés mapear los movimientos electorales y de manera anticipada visualizar los escenarios futuros de la composición política del país, sus actores y por supuesto las tendencias en desarrollo que vamos construyendo paso a paso con el transcurso de los días; de cara a las elecciones del año 2022.

Iniciemos por el entorno macro. Cuándo se le pregunta al ciudadano de a pie ¿Qué cotidianidad percibe de la realidad país como un hecho fundamental y cuál sería su mayor preocupación nacional? sin vacilación identificaría la corrupción como el mayor cáncer de la sociedad y diría que Colombia es un país vergonzoso en esta materia. Si a ese mismo ciudadano le preguntáramos ¿cómo percibe su entorno regional y su ciudad? sin duda la respuesta sería la inseguridad, de como el valor de la vida se tasa por el simple hurto de un celular o una bicicleta, increíble pero real. Finalmente, si lo interrogáramos sobre su entorno privado y núcleo familiar, nos señalaría la incertidumbre sobre su futuro, el desvelo cotidiano y lacerante que viven diariamente los núcleos familiares.

En resumen, tres vectores fundamentales nos sirven de referencia para el desarrollo de estas líneas: Corrupción, inseguridad e incertidumbre.

Ahora bien, es notorio como los candidatos por parte de la esperanza y la experiencia llevan a cabo sus planteamientos desde una óptica personal y con un programa de gobierno aún en formación, no logran capturar el interés de los votantes y en su conjunto poco suman, al tiempo que el candidato más a la derecha continua cabalgando en solitario con la marca al lomo de 100% cabal, en una senda que lo llevará a conocer el ocaso de la democracia, quizás al final de ese camino logre avizorar una bifurcación para cambio de rumbo, para encontrar una posición final de partida, que por ahora no logra ubicar.

Finalmente tenemos a los que podríamos llamar los representantes del establecimiento, los liberales, cambio radical y los inscritos en el partido de la U que, por supuesto serían otra opción para los electores, no obstante, estarían llegando tarde al redil, aunque podrían cerrar filas con un candidato de carácter y con bastante experiencia y capacidad política; falta por ver cuál sería el giro final de la U.

La gran diferencia es clara, el pacto histórico tiene candidato y expone un programa de gobierno y recoge adhesiones que suman, mientras los del centro tan solo son aspirantes, de tal manera que resulta de interés observar que pasa en lo que podríamos llamar la línea moderada del pacto histórico.

El exgobernador del Nariño expresa que la línea roja del pacto se centra en la corrupción, asunto que es cierto y reitera que la era del Uribismo debe terminar, dos planteamientos que sustenta y por supuesto capturan interés.

Luego viene el representante de los cristianos del cual reconocen su trayectoria como pastor, que representa un movimiento disciplinado y convencido de sus principios nobles y respetables, sin duda sienten un líder y como tal lo respaldan; su discurso de la seguridad ciudadana y el respeto por la vida, capturan el interés del voto.

Al centro, el candidato del pacto con una aceptación mayor al 80%, no está en discusión su elección, mientras que sí está por decidir su formula vicepresidencial. Sus planteamientos parten de la realidad cotidiana, el establecimiento le ha servido el discurso en bandeja de diamantes…, por supuesto, la corrupción, la inseguridad y la incertidumbre, las recoge como suyas y articula un discurso que logra convencer y lo hace de manera elocuente y con una seguridad pasmosa.

A reglón seguido aparece la candidata que promueve una arenga cierta e irrebatible acerca del cambio climático y su impacto social; la destrucción de los ecosistemas, la escasa y famélica contribución de las regalías, esas que han enriquecido a los corruptos, desde luego un discurso cierto que cautiva; es el legado de años de un establecimiento que no ha protegido de manera relevante los recursos naturales.

Y por supuesto menos radical y en tono conciliador, el galeno candidato esboza toda una política de seguridad y de respeto por la vida y también de manera incluyente estructura un planteamiento hacia la clase empresarial y comercial, a la cual invita a construir una nueva Colombia y sobre ella reitera que su papel es fundamental para cimentar un cambio incluyente.

Son los diálogos y sus cometidos los que logran conectar con la sociedad. Como se aprecia, el pacto tiene una estrategia de comunicación clara e incluyente, cautiva por sectores, edades y condiciones sociales, cuyos argumentos de campaña los ha entregado durante años la tradición política cuya calificación es nefasta, al tiempo que el desangre del erario vía corrupción es real, en un entorno trazado por la inseguridad y la incertidumbre; todo lo anterior lo exponen desde diferentes ángulos para disímiles destinatarios, que al final convergen en un solo movimiento.

Reitero, al final cuando avancemos hacia la segunda vuelta, si así fuere; tendremos un candidato de emergencia.